viernes, 10 de mayo de 2013

Diario de Clara: 2-Agosto Primera parte

Domingo-2-Agosto

Tras llorar toda la noche, esta mañana estaba agotada. Recuerdo que cuando entré en la habitación del hotel, Melody estaba sentada en la cama mirándome con cara de preocupación, así que cuando entré, corrió a abrazarme provocándome un río de lágrimas otra vez.

Estaba destrozada y cansada, sólo quería dormir para no volver a despertarme, pero mi amiga me abrió los ojos, no podía dejarme vencer por un caprichoso que no sabía lo que hacía, así que hoy por la mañana nos tomamos juntas un café con la idea de dejarle claro que mi dolor es el suyo.

Llamé a su habitación antes de la hora de comer. Me abrió y me abrazó antes de plantarme un suave beso en los labios. Me separé bruscamente de él. Pareció notarlo y frunció el ceño.

-Pasa. -me dijo- Mario ya se ha ido.
Me cogió de la mano y nos sentamos en el sofá. Yo continuaba inexpresiva, cansada y enfadada.

Permanecimos en silencio unos 10 minutos, quietos. Yo intentaba estar lo más alejada de él que el sofá del hotel me permitía. Él se acercó a mí, me  atrajo hacia sí y me besó. Normalmente sentía una descarga eléctrica cada vez que lo hacía, o tomaba yo la iniciativa, pero aquella vez no sentí nada. Volví a apartarlo de mí dándole la espalda. Sin palabras, me abrazó desde detrás buscando mi cara otra vez, hasta que me levanté con el fin de despegarme de él. Se levantó después de mí y mientras le miraba a los ojos, esta vez sin perderme en ellos como muchas veces había hecho, le pegué. Sí, le pegué un puñetazo en el pecho, aunque me de vergüenza reconocerlo. Él pareció no notar el golpe, simplemente miró extrañado como lágrimas de rabia amenazaban con inundar mis ojos. Aún así fui fuerte y las retuve.

-Clara, cariño, ¿qué te ocurre? -me dijo sin matices en su cara, como si no importara nada.
Quise gritarle que era la peor persona que había conocido, un cerdo, pero no iba a montar un numero en el hotel sólo porque él me creyera incapaz de descubrirle.
-Dímelo tú. -apreté los dientes esperando su respuesta.
-Bueno, ¿he hecho algo? -seguía preguntando tranquilamente.
Me obligué a relajarme, a no gritar y a explicarle lo que sabía mostrándome relajada, como él.
-¿Qué crees tú que me pasa? -dije devolviéndole la pelota, evitando empezar a hablarle de lo que me había confesado Melody la tarde anterior.
-¡Pues no lo sé! -su grito me sobresaltó- ¡Te presentas aquí, te alejas de mí, estás callada todo el tiempo y ahora me pegas! Ayer no estabas en tu habitación, ¡joder, Clara! Estaba preocupado, salí a buscarte y cuando vuelvo a ver a lo que más que quiero en el mundo me niega los besos..!
-Si me quisieras -dije relajada e inmune a su preocupación por mí- no habrías pedido a Melody que saliera contigo a mis espaldas, ¿o eso es lo que hace un chico por "la persona que más quiere en el mundo? -dibujé comillas en el aire.

Se quedó callado, con los ojos abiertos por la sorpresa. Al ver que no reaccionaba, seguí hablando yo.
-Dijiste que te importaba.
-Y era cierto.
-Entonces... ¿por qué?
-Por una tontería que no puedo contarte.
-Entonces... adiós.
Me disponía a salir de allí cuando mus fuertes manos me detuvieron y me dieron la vuelta obligándome a mirarlo.
-Clara si te vas hundirás mi vida.
Me volví a librar de él y antes de salir de aquella habitación para no volver, le dije:
-Hacerlo pensado antes de haber hundido mi corazón.